
Dicen, y siempre afirmo, que lo que importa es el camino y no tanto el destino.
Con ésta consigna ayer con Marce decidimos salir a dar una vuelta en “buscando nombre“, nuestro nuevo vehículo viajero que aún está en etapa de diseño para comenzar a equiparla y volver a las rutas Argentinas.
Caminos Visibles
Parodiando un poco el nombre del gran libro de Los Acróbatas del Camino vengo a decir que los caminos son visibles, sólo hay que agarrar Google Maps y ponerse a explorar un poco con la vista de modo satélite y luego decidir qué camino tomar. La decisión fue Cintra, un pueblo bien del interior de la provincia de Córdoba.

Por qué o para qué ir a Cintra?
Simplemente porque cuando alguien viene de visita a nuestra casa les decimos. No entren a Villa María desde la autopista desde la bajada principal, bajen por la ruta 2, van a ver un cartel que dice, Ruta 2, Villa Nueva / Cintra.…. Pero nunca fuimos nosotros, a pesar de que se encuentra a 65 km de nuestra casa, hasta ahora no había motivos.
Salimos entonces por la Ruta 2, pasamos por abajo del puente de la autopista y ésta vez en lugar de subir para ir a Córdoba o Rosario seguimos derecho, rumbo a Cintra.
En el medio pasamos por Ana Zumarán, vimos un camino que decía A Silvio Pellico, llegamos y entramos a Alto Alegre y desde ahí nos tentó un camino de tierra que cruzaba por un arroyo que según Google Maps era el Río Algodón y si uno seguía derecho podía llegar a Pozo del Molle.

Uno propone, Dios dispone.
Machy dijo – Vayamos para Pozo del Molle!, tengo pacientes que cuando leo la ficha médica son de Pozo del Molle.
También conocía “de nombre” a Silvio Pellico y Ana Zumarán, así que la cosa se ponía interesante, estábamos creando un camino que nos llevaría a lugares que hasta hora eran sólo imaginarios o carteles o puntos en un mapa pero…. había llovido mucho y la IVECO no es la Ranger, el primer charco de barro que agarramos nos dejó con las ruedas traseras patinando.
No es que no tenga fuerza el motor, es más potente que el de La Gauchita pero no tiene como ella el alma de 4×4, ni ruedas off road, además el furgón llevaba 0 (Cero) kg de carga así que ahí nomás y enseguida se quedó.
Nos fuimos a la banquina.
La experiencia de conducir me dijo, “si empieza a patinar no insistas, poné marcha atrás y salís por la huella que entraste”, y funcionó, pudimos salir para atrás, dimos la vuelta y decidimos volver al pavimento bajo la mirada desconfiada de un tordo músico (Agelaioides badius) .

Salimos de Alto Alegre pero sin antes dejar de recorrer su plaza, la iglesia y quedar encantado con muchas de ésas puertas gigantes de casona antiguas algo venidas abajo.
También nos ganarnos las miradas y los saludos de todo el pueblo que salía a tomar mates a la vereda luego de la hora de la siesta.
Ésto también es una experiencia que se disfruta mucho sin que haga falta irse a otro país o muy lejos para experimentar ése placer de descubrir lugares y “ser forastero”.
Ya sobre el pavimento volvemos a viajar más tranquilos y podemos ver con tristeza muchos campos inundados, es que en Febrero ha llovido muchísimo en el centro de la provincia de Córdoba y en Santa Fe.
El sol empezaba a asomar sobre el campo y de repente los vi a un costado del camino, había un grupo de gallinas y hermosos gallos, muy pintones ellos.

Unos metros más adelante, otro campo anegado había formado una laguna que tenía lo que supongo era una especie de algas o plagas o quien sabe que será lo que aparece en las fotos, tal vez algún lector me lo explique.
Era toda una vegetación verde que hacía que el agua pareciera alfombrada y en ellas había algunos patos o gallaretas.

Decidí parar para hacer unas fotos en la banquina, ésta vez con más firmeza en el suelo y al bajarnos nos recibió un gran canto de aves, tanto de las acuáticas como de los tordos, tordos músicos, y las gallinetas.

Parecía que estábamos en los Esteros del Iberá o en Pantanal, pero no, estábamos en la banquina de la ruta 2, a sólo 40 km de casa a medio camino entre Villa Nueva y Cintra aunque el entorno (en chiquitito) y la sensación de libertad era la misma, lo que comprueba mi teoría, “lo que importa es el camino, no el destino” Ah! y la compañía claro está.
Ahí nomás abrimos el portón lateral de la Cubik y nos sentamos a tomar mates, a sacar fotos, a escuchar los sonidos del campo y a esperar al atardecer.


Al final no llegamos a Cintra, quedó con más mística que antes, quedó como aquel destino inalcanzable, y ahora tendré que volver a la ruta, mal me tenía decir que yo no llegué manejando a Alaska y ahora tampoco a Cintra, pero no importa, son ésos “inalcanzables” jajaja los que nos mantienen con la mente y la mirada en el horizonte rutero.

Continuará…. Quien sabe si un día publico un libro que se llame “Caminos Visibles de Villa María a Cintra” 🙂 Si alguien tiene contactos en Iveco Argentina que me avise, (o les avise) necesito sponsor,
Si les dejo ésta foto de la Ruta 2… imaginen las que puedo hacer en la Ruta 40 o la Transamazónica! jajaja 🙂

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