
Me pregunto si los observadores de aves podríamos tener una terminología en español más estandarizada y comprensible, tanto para aficionados como para expertos, a la hora de describir los distintos plumajes durante el crecimiento de un ave.
Sería muy útil contar con palabras específicas que nos permitan definir con claridad el aspecto visual de un ave a medida que cambia su plumaje, desde sus primeros días en el nido hasta que alcanza su apariencia adulta.
Lo ideal sería un sistema que no sea excesivamente técnico, para que quienes recién comienzan en la observación de aves también puedan comprenderlo sin dificultad.
El fin de semana pasado, mientras viajaba por la ruta, observé tres especies de aves rapaces, todas con plumajes que no coincidían con las ilustraciones de las guías de campo.
Incluso en aquellas que mencionan las mudas, estos cambios intermedios no siempre quedan bien reflejados.
Si bien existen términos como “plumaje juvenil”, “plumaje adulto” o “plumaje definitivo”, muchas veces estas definiciones no son lo suficientemente precisas.
No siempre indican la edad exacta del ave ni si ya es capaz de reproducirse.
Al compartir mis observaciones en algunos grupos especializados para confirmar las especies, surgió un debate sobre la terminología empleada.
No es la primera vez que pasa: a veces, ni siquiera las fotos son suficientes para lograr una identificación segura, incluso entre quienes tienen años de experiencia en el campo.

Las críticas no me molestan. Al contrario, me hacen reflexionar y buscar más información para cometer la menor cantidad posible de errores al hablar de aves.
El término “Juvenil” y otras definiciones
“Juvenil” es, sin dudas, el término más utilizado para indicar que estamos ante un individuo que aún no ha desarrollado completamente su plumaje característico. Es decir, no tiene el patrón ni la pigmentación que vemos en las guías de campo, en afiches o en los carteles de identificación de aves dentro de una reserva.
Algunas guías también incluyen el término “Inmaduro” como sinónimo de “Juvenil” para describir estas diferencias en el plumaje.
Pero, Toba… ¿qué problema hay en usar “Juvenil” o “Inmaduro”?
Para nosotros, los observadores de aves, probablemente ninguno. Estas palabras nos sirven para entender que el ave que estamos viendo no pertenece a una especie distinta, sino que es un individuo de una especie ya conocida, pero con un plumaje diferente al típico.
Sin embargo, una cosa es que el término nos ayude a identificar un ave en el campo y otra es que sea realmente una expresión correcta desde el punto de vista técnico.
“No típico”: ¿por qué evité algunas palabras?
Antes de seguir, vale la pena aclararlo porque muchos que llegan a este blog quizás no lo saben.
Las aves pueden nacer con un plumón suave o, en algunos casos, sin plumas. Estas últimas se denominan altriciales, mientras que aquellas que nacen con plumón y son más independientes desde el inicio se llaman precociales. En cualquier caso, ese plumón inicial es temporal.
A los pocos días o semanas, todas las aves reemplazan ese plumón por su primer plumaje “sólido”, que en la mayoría de los casos se denomina plumaje Básico o Juvenil.
Y acá surge el problema: es normal que, por nuestra forma de hablar y por la necesidad de asociar palabras a conceptos que entendemos con facilidad, relacionemos el término “juvenil” con la idea de que el ave es joven.
Pero hay que aclararlo: “Juvenil” es el nombre de un plumaje, y no siempre hace referencia a la edad del ave.
Esta confusión puede llevar a interpretaciones erróneas, especialmente en especies con mudas más complejas, donde un ave puede seguir teniendo plumaje juvenil mucho después de haber alcanzado la madurez reproductiva.

El proceso de la muda de plumajes en las aves
No voy a profundizar demasiado en este tema porque es complejo (para el propósito de este post “y para mí también” jajaja). Sin embargo, es necesario mencionarlo, aunque sea de manera simple y con el riesgo de cometer algún error conceptual, para entender mejor el contexto.
Básicamente, las aves reemplazan la totalidad de sus plumas cada año, en un ciclo que dura aproximadamente 12 meses.
A este recambio de plumas se lo conoce como muda, y al período que tarda en completarse el mismo, ciclo de muda.
¿Plumaje Adulto o Definitivo?
Siguiendo con la terminología, hay otras palabras de uso frecuente para describir el estado opuesto al plumaje juvenil, como Plumaje Adulto o Plumaje Definitivo. Pero, si lo pensamos bien, estas definiciones tampoco son del todo exactas.
¿Por qué?
Si un ave muda todas sus plumas cada año a lo largo de su vida, ¿realmente podemos llamar “definitivo” a algo que es temporal?
Y con respecto al término “adulto”, sabemos que algunas aves, como las rapaces y ciertas especies marinas, necesitan entre tres y cinco ciclos de muda para alcanzar su plumaje típico (típico al de las guías).
Y para sumar más confusión de términos exactos, algunas de ellas ya pueden reproducirse al cabo de un año, aunque su plumaje todavía no sea el que consideramos “adulto” y cualquier especie, animal, o incluso nosotros los humanos, no somos adultos biológicamente hasta que podamos reproducirnos.
Entonces, ¿dónde trazamos el límite de la juventud? Si el ave ya es sexualmente madura, ¿sigue siendo “inmadura” solo porque su plumaje aún no es el definitivo?
¡Lindo lío, no?
Por eso me resulta interesante la expresión “No Típico”. No digo que reemplace a los términos más comunes en ornitología, pero sí que podría funcionar como un complemento o aclaración.
Nos permitiría describir de manera más precisa lo que realmente estamos viendo durante una salida de observación, sin caer en definiciones rígidas que pueden no encajar en todos los casos.

¿Notan la diferencia en la apariencia del plumaje, aunque sea un ave de la misma especie?
Repercusiones del artículo compartido en redes
¿Pero qué y quién puede definir si un plumaje es típico o no? ¿Acaso un determinado plumaje juvenil no es típico de su especie? (Tiene razón)
Mi amigo Emiliano Lucero me comentó por WhatsApp…
Reflexión final: ¿cómo simplificar la terminología en una salida guiada?

Uno de los momentos más fascinantes en una salida de observación es cuando alguien se sorprende al descubrir la cantidad de especies que viven cerca de su casa sin haberlo notado antes.
Pero más aún, cuando logramos mostrarles que lo que parecen ser aves distintas, en realidad son la misma especie en diferentes etapas de su desarrollo o con variaciones de plumaje por dimorfismo sexual o temporada reproductiva.
Para evitar confusiones, suelo referirme a individuos jóvenes sin usar el término “juvenil”, separando así el concepto de edad del tipo de plumaje. Sin embargo, encontrar una alternativa para “Plumaje Adulto” sin mezclarlo con el factor edad sigue siendo un desafío.
En algunos países de habla inglesa se utilizan expresiones como “primer verano” o “primer invierno” hasta que el ave alcanza su plumaje definitivo.
Quizás esa sea la mejor forma de expresarlo en español, aunque también me gusta la propuesta de “Apariencia Joven” y “Apariencia Definitiva” o, más aún, “Joven, Típica y No Típica” para describir los cambios visuales sin generar malentendidos.

El aprendizaje nunca termina
Comprender los distintos tipos de plumaje es clave en estudios científicos y proyectos de conservación, ya que nos permite estimar edades y seguir poblaciones de aves con mayor precisión.
Aunque aún no domino del todo el proceso de muda, cada día aprendo más y sigo en el camino de convertirme en un ornitólogo de campo especializado.
Por ahora, sigo estudiando, observando y sacando mis propias conclusiones —acertadas o no— pero sin pausa y, sobre todo… sin prisa.
¿Se quedaron con ganas de ver cómo luce un Águila Mora con su plumaje definitivo?
