
El Santuario de la Difunta Correa en Vallecito, Provincia de San Juan, Argentina, es un lugar cargado de fe, historia y tradición.
La veneración a la Difunta Correa es una tradición popular argentina y una curiosidad para muchos extranjeros, quienes frecuentemente se sorprenden al ver numerosas botellas de agua al costado de los caminos en esta región.

Estas ofrendas son testimonio de la devoción a Deolinda Correa, cuya historia ha tocado el corazón de millones.
Historia de la Difunta Correa
Deolinda Correa y su esposo, Don Clemente Bustos, vivían en una pequeña localidad de La Rioja.
En 1840, Clemente fue reclutado por Facundo Quiroga para luchar en la guerra civil entre Unitarios y Federales, a pesar de estar enfermo.
Desesperada por la ausencia de su marido, Deolinda decidió seguir las huellas de las tropas con su hijo lactante, llevando consigo algo de comida y agua.
El agotador calor del desierto cuyano la venció, y Deolinda, exhausta y deshidratada, falleció bajo la sombra de unos arbustos, mientras su bebé seguía amamantándose de sus senos.

El Milagro y el Nacimiento de una Leyenda
Días después, unos arrieros encontraron el cadáver de Deolinda Correa, pero, milagrosamente, su hijo seguía vivo, alimentándose del pecho de su madre fallecida.
Sobre el destino del bebé no hay registros claros; algunas versiones dicen que fue llevado a La Rioja y vivió su vida allí, mientras que otras afirman que murió poco después y fue enterrado junto a su madre.
La historia de este milagro se propagó rápidamente, y la tumba de Deolinda se convirtió en un lugar de peregrinación, donde las personas acudían a pedir favores.
Con el tiempo, el pequeño santuario creció, atrayendo cada vez a más devotos.

El Santuario Hoy
Hoy en día, más de un millón de fieles visitan el Santuario de la Difunta Correa cada mes.
El lugar, ubicado más allá del pueblo de Vallecito, incluso el santuario parece un pequeño pueblo en medio del desierto.
El sitio cuenta con un estacionamiento y un restaurante para atender a una gran afluencia de visitantes que llegan en colectivos, autos particulares e incluso en bicicleta.
El acceso al santuario principal requiere subir un pequeño cerro, recordando el lugar histórico del milagro.
La escalera de ascenso está cubierta y decorada con objetos de agradecimiento y peticiones, destacándose especialmente las chapas de automóviles.
Las Ofrendas y la Devoción Popular

Una de las ofrendas más comunes en el santuario son las botellas de agua. A lo largo de las rutas argentinas, es habitual ver pequeñas capillas o altares rodeados de botellas, señalando la devoción a la Difunta Correa.
Además, se pueden observar placas de agradecimiento, réplicas de casas y otros objetos que representan los favores concedidos.
Estas ofrendas crean un paisaje único, con casas en miniatura que parecen una ciudad de muñecas, cada una contando una historia de fe y gratitud.
El Santuario y Sus Atracciones

El santuario se encuentra en la cima de un pequeño cerro, alcanzado por una escalera fácil de subir.
En la cima, los visitantes encuentran un pequeño altar y una estatua rodeada de placas, velas y fotos.
La imagen de la Difunta Correa está cubierta de muestras de devoción, evidenciando el profundo impacto de su historia en los corazones de los fieles.
Aunque no está reconocida como santa por la Iglesia Católica, la Difunta Correa es venerada como tal en Argentina, Chile y Uruguay.
Oración a la Difunta Correa

La oración a la Difunta Correa es una súplica por protección y favores:
“Oh, Bendita y Milagrosa Difunta Correa, protectora de los desamparados que sufren y lloran. Ruego te dignes a escuchar mis oraciones y súplicas y que por intermedio de Nuestro Señor me concedas la gracia que hoy te solicito en mi humilde oración… (petición)… Y que me protejas en los difíciles caminos de la vida. Dios te salve María, llena eres de gracia… (el Salve).”
El Gauchito Gil: Un Santuario Cercano

En el camino desde la Ruta 20 a Vallecito, también se encuentra un pequeño santuario dedicado a otro santo popular argentino, el Gauchito Gil.
Este sitio, aunque más pequeño, es igualmente significativo para los devotos.
La historia del Gauchito Gil, otro símbolo de la fe popular, se entrelaza con la de la Difunta Correa, formando parte del rico tejido cultural y espiritual de la región.